El Sindrome del Episodio, o temporada, VIII


Vivimos en la era de las sagas fílmicas. De James Bond (sorry Star Wars, se te adelantaron una década) hasta el UCM, el entretenimiento de la gran pantalla ha adoptado en formato de serie de películas que buscan contarnos historias tan grandes (por largas, quiero decir) que se vuelve necesario dividirlas en varias cintas. En la televisión es evidente que tiene más tiempo y de hecho establecen el precedente para las obras cinematográficas.

Sin duda todas estas obras tienen momentos que recordaremos por siempre con afecto y otros que deseamos no existieran. Y hay algunos casos, lamentablemente cada vez más frecuentes, donde hay un episodio que establece un punto de inflexión, en el que una historia pierde tanta fuerza y coherencia que prácticamente aniquila el interés de una buena parte de sus seguidores. Esto es a lo que se me ocurrió nombrar el Síndrome del Episodio VIII.

Así que en esta ocasión les compartiré mis reflexiones sobre algunos casos y las consecuencias que ha traído a sus universos. Como es de esperarse hablaré de momentos importantes de sus historias, pero vamos, son películas que ya tienen un rato afuera y parto del principio que ya las has visto. (Y si no entendiste que es una advertencia de spoilers, sorry).


STAR WARS EPISODIO VIII LOS ÚLTIMOS JEDI.
Tres trilogías, tres generaciones. Cada una reflejo del tiempo en que fueron producidas y dirigidas a públicos igualmente diferentes. Como había comentado previamente en mi Requiem por una Galaxia muy Lejana, en 2005 pensábamos que la ópera espacial había llegado a su fin. La adquisición de Lucasfilm por Disney en 2013 dio pie a la posibilidad de una era infinita de producción de contenido para Star Wars, hubo división de opiniones pero un hecho es que la fanaticada se ha dividido. Dio pie a que Solo resultara el primer fracaso en taquilla de la saga, como castigo de los fans hacia Darth Mouse, y que Disney señalara que "dejarían descansar a la franquicia"... para luego anunciar que solo serán tres años.

Si bien se han dado casos de franquicias donde alrededor de la octava película ya se mostraba ese agotamiento extremo de los contenidos, y de los fans abriendo los ojos sobre los espejitos que se les vendían, Star Wars se volvió un ejemplo canónico, puesto que se consideraba una franquicia a prueba de fracasos.

Me viene a la mente el recuerdo de aquellos separatistas warsies en nuestro grupo, quienes se quejaban así: "Pinche George Lucas, ya me está obligando a comprar más monos que no quiero [pero debo comprar para que la colección esté completa]", esto en tiempos de las precuelas, desconozco que estarán diciendo en este tiempo. Al menos George Lucas se separó a tiempo de la debacle creativa que está experimentando su creación, el siguiente ejemplo es en buena medida provocado por su propio autor.

CRIATURAS FANTÁSTICAS: LOS CRÍMENES DE GRINDELWALD.
Un año después, el mundo de Harry Potter vio su propio capítulo divisivo, la secuela de la no tan deseada serie de Animales Fantásticos, porque de entrada no le sonaba a casi nadie Newt Scamander, al menos parece que más fans anhelaban ver o bien las patoaventuras mágicas de los fundadores de Hogwarts o la primera guerra mágica con López Obra... perdón, con Voldemort como el malo malote (chiste local para los mexicanos).

Con Criaturas Fantásticas, la cosa se sentía innecesaria, al menos en ese primer episodio de la nueva saga se extrañaba la presencia de algún personaje de las películas de Harry, a modo de un enlace entre las generaciones de magos. El obvio era Albus Dumbledore y tuvimos que esperar hasta la secuela para que apareciera. El problema aquí lo provoca Juana Karina Rowling (nombre especulativo), alterando de formas inconsistentes el canon que ella misma estableció. Desde antes que siquiera aparecieran en el horizonte estas precuelas del mundo mágico, la señora ha se había dedicado a proporcionar información estrictamente superflua, que si Dumbledore era homosexual, que si Hermione Granger es afroeuropea... Podemos cuestionar mucho sobre la calidad narrativa de su saga mágica, pero algo que me parece cuidó bastante fue no dejar cabos sueltos, cosa que ahora es parte central de lo que hace de la nueva saga algo poco interesante.

Parece que la cinta resultó exitosa a secas, pero algo notable es que la presencia de potterheads en la red ha bajado mucho y hay muy pocas noticias que salgan del mundillo particular de los magos.


GAME OF THRONES, TEMPORADA FINAL.
Y este año, además lo que me hizo decidir terminar este texto que estaba empezando a acumular polvo digital, nos llega la serie televisiva basada en Canción de Hielo y Fuego de Jorge Rodoberto Romualdo Martin (nombre especulativo)... hasta la temporada cinco. Es sabido que el autor está en un "bloqueo creativo" desde hace años (quizá solo es una monumental hueva) y no ha terminado los dos últimos libros, los cuales se corresponden con las temporadas 6 a la 8, siendo las dos últimas en esa moda de dividir el episodio o temporada final en dos partes.

En la temporada final se hace mucho más evidente que hay otro enfoque en la historia, mientras que las temporadas basadas en los libros se centraban en los personajes y el gran conflicto con los Caminantes Blancos se acercaba poco a poco, ahora se ha dado paso al espectáculo. Esto mismo daba a entender que los personajes no daban importancia a una amenaza que solo conocían por leyendas, y por lo tanto resultaba muy creíble que no le hagan caso, para seguir con sus intrigas y de ahí que el título de Juego de Tronos le viniera como anillo al dedo. Todo indicaba que o aprendían a superar sus diferencias, cosa que no pasó, pero entonces la idea de perder o ganar ante los blancos en una colosal batalla final en los campos de King's Landing costando pérdidas impresionantes para todos, con los sobrevivientes mirando a un amanecer que ojalá les cumpla una promesa de paz... pero tampoco llegará eso. NOTA: estamos a tres días de que la serie termine.

El gran problema con esta temporada es que el momento climático ha pasado, los Blancos han sido derrotados en un solo capítulo a media temporada, y ahora solo queda el pleito por el trono, el cual deja en teoría a dos contendientes... lo cual ya no es tan importante tras superado el clímax. No importa quien de los dos gane, o si ambos mueren y alguien o nadie (sin alusión a Arya Stark) se sienta en ese montón de espadas oxidadas.

EL HOBBIT
Finalmente tenemos un ejemplo donde ahora la testarudez de Peter Jackson lo llevó a dañar la saga que tanto ama, a la cual le ha dedicado la mitad de su vida: El mundo del Señor de los Anillos de Juan Rolando Roel Tolkien (nombre correcto aunque parece especulativo). Al momento El Retorno del Rey es la única película de ficción, fantasía o aquello que excita a los ñoños que ha ganado el Oscar como mejor película de su año (no es que Oscarito sea el mejor referente, pero tampoco estos géneros han sido del agrado de la comunidad fílmica para darle dignidad, en parte porque hay otras obras mucho más interesantes allá afuera, y que también suelen ser mana para ñoños, de los alfabetizados si quieren, pero ñoños al fin).

Tras terminar los créditos de el episodio final del Señor de los Anillos, quizá de las ediciones extendidas incluso, la fanaticada se sentía satisfecha: la saga "imposible de llevar a la pantalla grande" había terminado y de hecho hasta podemos cargarle la responsabilidad de democratizar la ñoñez. Y sí, había dos libros que no fueron adaptados: El Hobbit y El Silmarillion, se especuló con algo de interés si algún día los adaptaran hasta que Peter, Hijo de Jack anunció que nuestro querido gordito Guillermo del Toro se unía a él para traernos dos películas de El Hobbit. "Suena bien", todos nos decíamos y luego el buen hombre se zafa del proyecto... y eso sonó muy mal.

Desde ahí debimos dejar de prestarle atención, Jackson fue seducido por el poder del anillo y terminó creando una adaptación en tres partes con más material metido a fuerza, una "conexión" con la trilogía fundamental del mundo de Tolkien innecesaria, efectos visuales caducos (la trilogía fundamental se ve mejor que sus precuelas de once años de distancia) y un bajón tremendo en el desempeño de taquilla y en el reconocimiento artístico. Cualquiera de las películas de LotR tuvo más nominaciones que las del Hobbit juntas, todas las originales recibieron al menos dos premios mientras que las nuevas se quedaron con las manos vacías. Como dato para mi fue tan marcado el descenso de calidad con el Hobbit que ni siquiera vi en cine La Batalla de los Cinco Ejércitos, no he comprado una sola de las películas de esta trilogía, por supuesto que muy mi ñoñez, solo busco ilustrar el alcance de mi desencanto.


¿Qué sucede? Me parece que un factor importante no es la "grandeza", de nuevo me refiero a duración más que calidad per se, sino el impulso de consumo del contenido. Todos los ejemplos han resultado franquicias exitosas en términos económicos, y convirtiéndose en ejemplos de fenómenos transmedia, puesto que los tres casos cuentan con libros, películas, videojuegos y coleccionismo, son referentes culturales; vamos, son la materia prima que nos alimenta a los ñoños y que pasaron de platillo gourmet, o al menos algo sabroso y quizá algo nutritivo, a genuina comida chatarra.

Estos fracasos económicos abiertos, estos éxitos económicos que posiblemente serán el último de su saga, son señales de que las industrial culturales deben seguir explorando otras historias, dejar que aquello que nos divierte, apasiona, hace pensar, soñar y hasta nos mueve a lograr algo en la vida, cumpla con su ciclo de vida. Eso hace que las grandes historias sigan siendo grandes. Es cierto que cada generación necesita sus leyendas, entonces hay que crearlas, no reciclarlas hasta el cansancio.

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